Es más fácil hablar de energía, fenómenos, procesos y los diferentes niveles de lo físico, que hablar de conciencia. Y es más fácil hablar de conciencia que hablar de Amor. Sin embargo, a nivel cósmico, ¡es lo que somos! Como seres humanos basamos nuestra vida en la energía, sin darnos cuenta de la verdad de nuestra conciencia, y mucho menos de nuestra naturaleza como Amor. La energía tiene un sinnúmero de manifestaciones que conforman el universo tal como lo conocemos. Por ejemplo, el mundo físico está compuesto de una gran red de energías muy condensadas, concretas y altamente especializadas. En cambio, los mundos sutiles comprenden energías menos condensadas cuya información es más universal. Al igual que las células madre, estas energías son adaptables, más fluidas, menos fijas en la forma. Llega un momento en que la energía es tan sutil que ya no es perceptible ninguna forma. Sin embargo, es esta energía la que contiene toda la información del universo y es lo que llamamos energía cósmica. La energía cósmica ha sido estudiada y nombrada de distintas maneras a través de la historia. Cada nombre trae consigo una interpretación de la realidad. En Japón se le llamó “ki”. Ki significa espíritu, y es similar a la palabra china “chi”. No sólo es una fuerza de vida, sino además un vehículo de la mente o de intención. En sánscrito tenemos el término “prana”, la energía radiante de vida y conciencia existente en todo. Los nombres en sánscrito pueden variar de acuerdo con las diferentes tradiciones. En India, varias escuelas del pensamiento usan los mismos términos, pero difieren en su significado. En la tradición hindú, la energía cósmica es el nivel de manifestación donde surgen “purusha” y “prakriti”, el sujeto y el objeto universal. También se le ha dado el nombre de “bindu” y se representa como una perla azul. La perla azul es la condensación de energía cósmica que a menudo se percibe en estados meditativos, la integración de la conciencia personal con el gran mar impersonal y primordial de información donde lo particular deja de existir; todo es el Todo absoluto. En el conocimiento sagrado de algunas islas del Pacífico, una energía omnipresente que origina y sostiene la vida recibió el nombre de “mana”. Recordemos el maná con que YHVH alimentó al pueblo judío en el desierto. Tal vez el maná bíblico era una sustancia con altas concentraciones de energía cósmica, haciéndola una excelente fuente de alimento, no sólo para el cuerpo sino también para el espíritu. En el esoterismo y la filosofía occidentales, la sustancia universal que sirve de medio para todas las demás se conoce como “éter”. Con el desarrollo de la parapsicología como ciencia han surgido hipótesis y teorías acerca de la existencia y naturaleza de esta energía. Los investigadores checos y rusos le llaman “energías psicotrónicas”, y los científicos occidentales le llaman “bioplasma”. Pero no sólo las tradiciones esotéricas o espirituales hablan de energía cósmica. Algunos científicos occidentales, como el Baron Reichenback con su fuerza ódica, Blondlot con los rayos N, Mesmer con el magnetismo animal, L.E. Eckman con la fuerza X, De la War con la energía prefísica, Brunder con la fuerza biocósmica dieléctrica y Wilhelm Reich con el orgón, han tocado los límites de la ciencia, y han descubierto y hablado de la energía cósmica. De todos ellos, me parece que Reich fue quien mejor entendió la naturaleza de esta energía y su relación con nosotros. Le llamó “orgón” a su energía porque es la vida del organismo y su máxima expresión la tenemos en el orgasmo. Al estudio de ella le llamó “orgonomía”. En su trabajo buscó la expresión libre y natural de esta energía. Para resumir, podemos decir lo siguiente acerca de la naturaleza de la presencia cósmica: – Adaptado de Flujo de Vida, por Carlos de León.Naturaleza de la presencia cósmica
La energía es la creación manifestada, la presencia, poder y acción de la conciencia. Toda forma proviene de ella, y ella forma el espacio y el tiempo. Todo lo que es conocido y lo que no es conocido, lo físico y lo sutil, es energía. Somos energía y conciencia.